¿Por qué una Renta Básica para las Artes y no una Renta Básica Universal?
La Renta Básica para las Artes (RBA-E) no se concibe como una excepción corporativa ni como un privilegio profesional, sino como una aplicación sectorial de los principios universales de la Renta Básica Universal (RBU).
Su objetivo no es fragmentar el sentido redistributivo de la RBU, sino acelerar su viabilidad y demostrar sus efectos en un ámbito estratégico: la cultura.
La RBU plantea un horizonte de justicia estructural: redistribuir de manera incondicional la riqueza generada colectivamente por el capital, el trabajo y la automatización.
La RBA-E se inscribe en ese mismo horizonte, pero lo traduce a un campo concreto de aplicación experimental, donde pueden observarse con precisión sus impactos sobre la libertad, la innovación, la salud mental y la cohesión social.
Lejos de debilitar el principio universal, lo refuerza:
- Funciona como laboratorio político. Igual que los programas piloto en Irlanda, Finlandia o Nueva York, la RBA-E permite medir los efectos de una renta básica en un grupo profesional de alta intermitencia y fuerte valor público.
- Demuestra el retorno social. La evidencia internacional confirma que cada euro invertido en una renta básica cultural produce más de 1,3 € en retorno social y fiscal.
- Anticipa mecanismos de gobernanza. Su implementación ayuda a diseñar modelos de financiación, trazabilidad y evaluación aplicables a escalas más amplias, incluso universales.
La fragmentación sectorial no es una renuncia al principio universal, sino una estrategia de transición.
La historia de las políticas públicas está llena de precedentes: la seguridad social, el seguro de desempleo o la sanidad pública comenzaron como proyectos parciales y se ampliaron con el tiempo a toda la ciudadanía.
En el caso de la RBA-E, el sector cultural actúa como campo de prueba privilegiado porque concentra los problemas que la RBU busca resolver: precariedad estructural, discontinuidad laboral, invisibilización del trabajo no remunerado y generación de valor colectivo no monetizado.
Si una política puede demostrar su eficacia aquí, puede hacerlo en cualquier otra parte.
Por tanto, la RBA-E no sustituye la Renta Básica Universal, ni la fragmenta: la anticipa, la ensaya y la legitima.
La cultura, como espacio de producción simbólica y social, ofrece el terreno más fértil para demostrar que una renta básica no es una subvención, sino una nueva forma de contrato social entre el Estado y la ciudadanía.
Nota: Todos los textos de esta sección se publican bajo licencias libres (CC BY-SA 4.0) y forman parte del repositorio abierto de la Renta Básica para las Artes (RBA-E).